ÁGORA III EN ALAS
  LECTURAS ESCOGIDAS
 
EL VERDADERO VALOR DE LAS COSAS
"Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?" El maestro, sin mirarlo, le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después...- y haciendo una pausa agregó Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar. -Encantado, maestro titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas. Bien-asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó. Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación. Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo. Que importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo: Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo. ¡¿58 monedas?!-exclamó el joven. Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
 
EL CUENTO DE LA VASIJA
 
El Maestro cogió una vasija grande y piedras de diverso tamaño y preguntó
¿Cuántas piedras pensáis que caben en la vasija?
Los alumnos hicieron sus cálculos y el Maestro comenzó a introducir las piedras hasta que llenó la vasija y preguntó: ¿Está llena? Los alumnos asintieron, pero ante su sorpresa el Maestro sacó otra vasija con piedrecitas de gravilla, introdujo esta gravilla en la vasija grande y la agitó penetrando esta en los espacios sin cubrir.
El Maestro con una sonrisa irónica preguntó ¿Está llena?
Ahora, los alumnos dudaron. El Maestro dijo, tal vez no y a continuación cogió otra vasija con arena y la volcó en la vasija grande, la arena se filtró por los más pequeños recovecos.
¿Está llena? Preguntó. Los alumnos ante el fundado temor a equivocarse, dijeron no.
¡Muy bien! Exclamó el Maestro. Entonces sacó una vasija con agua y la comenzó a verter en la vasija grande llenándola aún más, pero la dejó ligeramente sin llenar
¿Cuál es la enseñanza de esta historia y cuál su interpretación?
La vasija grande es nuestra persona en la cual introducimos las piedras grandes, éstas son el Arte Marcial que practicamos asiduamente, pero debemos de llenarla con otras vasijas, con otros contenidos, es decir; con otras Artes Marciales para intentar llenarla lo máximo que podamos para asimilar las más diversas enseñanzas, pero aún así, aunque le dediquemos nuestra existencia siempre quedará ligeramente sin llenar, aún a sabiendas de esto, debemos de intentar que llegue hasta el borde, que rebose.
Nuestra meta es que nuestra vasija llegue a rebosar.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
HAY UNA ANTIGUA HISTORIA.
 
Un hombre estaba muy agobiado con su sufrimiento. El rezaba cada día a Dios “¿Por qué yo? Todos parecen tan felices, por qué soy el único que sufre.” Un día fuera de sí por la desesperación, rezó a Dios, “Puedes darme el sufrimiento de cualquiera y lo aceptaré, pero toma el mío, ya no lo soporto más”. Esa noche tuvo un hermoso sueño --hermoso y muy revelador. Soñó que Dios se le aparecía en el cielo y les dijo a todos: “pongan todos sus sufrimientos dentro del templo” Todos estaban cansados de su sufrimiento. De hecho todos han rezado alguna vez “Puedo aceptar el sufrimiento de cualquier persona, pero llévate el mío; esto es demasiado, es insoportable”.
 Así, todos juntaron sus sufrimientos en una bolsa y llegaron al templo, se veían felices; el día había llegado, sus plegarias habían sido escuchadas. Y este hombre también se apresuró al templo. Y Dios dijo “pongan sus bolsas en las murallas” y eso hicieron y entonces Dios declaró. “Ahora puede cada uno escoger tomar cualquier bolsa”.
Y lo más sorprendente fue esto: que el hombre que había rezando siempre ¡corrió hacia su bolsa para que nadie la tomara! Pero él tuvo una sorpresa porque cada uno tomó su propia bolsa y todos estaban contentos de elegir de nuevo ¿Qué pasó? Por primera vez cada uno vio las miserias ajenas -- ¡sus sufrimientos eran iguales o más grandes!
El segundo problema era que uno se acostumbra a los sufrimientos propios. Ahora, elegir los de otro --¿quién sabe que sufrimientos habría en otra bolsa, por lo menos uno está familiarizado con sus propios sufrimientos, se ha acostumbrado a ellos --¿para qué elegir uno desconocido?. Y todos se fueron a casa felices. Nada había cambiado, estaban devolviéndose con el mismo sufrimiento, pero todos estaban contentos, sonrientes y alegres porque pudieron llevarse su propia bolsa devuelta.
En la mañana él rezó a Dios y dijo:” Gracias por el sueño, nunca te pediré eso de nuevo. Lo que sea que me hayas dado, es bueno para mí; por eso me lo has dado”.
Por los celos están en constante sufrimiento; se han vuelto malvados con los otros. Y por los celos tú comienzas a ser falso, porque comienzas a pretender, comienzas a simular cosas que no son, empiezas a pretender cosas que no puedes, que no son naturales para ti. Llegas a ser más y más artificial. Imitando a otros, compitiendo con otros ¿qué más puede hacerse? Si alguien tiene algo que tu no tienes y no tienes la posibilidad natural de tenerlo, la única forma es tener un sustituto barato.
 
 
 
 
LA ENVIDIA.
 
En nuestra vidas diarias aparecen personajes pintorescos por definirlo de alguna manera, con actitudes negativas que te amargan el día dejándose en evidencia que son indigentes mentales que se creen infalibles fingiendo un falso moral. Al respecto el escritor francés Jean de la Bruyere (1645-1696) dijo que la envidia y el odio van siempre unidos y que se fortalecen recíprocamente por el hecho de perseguir el mismo objetivo. Este es un mal universal que impide a la humanidad su plena convivencia y lo seguirá siendo por mucho tiempo mientras exista la humanidad. La envidia se viste de muchas maneras entre sus fanáticos, incluso de falsos elogios y adulonería cuando el objetivo perseguido es hacerse notar o ser solidario, pero su subconsciente los traiciona tarde o temprano y su verdadera intención sale a flote. Los envidiosos abundan en todos los ámbitos y niveles, en círculos de amigos, profesiones e instituciones sociales, disfrazándose de mansos corderitos penetran en lo más profundo de la amistad, ocultando el asqueroso odio que llevan muy dentro. Hay algunos tan descarados que hasta se camuflan con un impostor ropaje cristiano, amparándose en la Biblia despotrican para que todos puedan escucharlo su buena fe. No necesariamente son ladrones, pero se desviven por lo que otros poseen y los mortifica la codicia. Hay algunos envidiosos que buscan protagonismo, en su afán de atraer atención incurren en ridiculeces sin darse cuenta. Son seres amargados que tiene serios problemas para socializar. Por eso los grandes pensadores de la historia como Albert Einstein, decían que la envidia es una violenta oposición de las mentes mediocres. un complejo de inferioridad que demuestra problemas emocionales y de personalidad. por su parte Napoleón Bonaparte decía; la envidia, es un mal que aqueja a muchos hombres. Sin embargo, Epícteto decía que la envidia es el adversario de los más afortunados. Las lecciones de la vida enseñan que la envidia es una clara declaración de inferioridad de las personas ante el éxito de los demás, si sufres las miradas y las palabras insidiosas de una persona envidiosa trata de pasarlas por alto, no eres responsable de su sentimiento. El filosofo Marrufo dice, intenta descubrir la envidia a tiempo, así te evitarás muchísimos problemas, no desarrolles confianza con las personas envidiosas. A estas personas hasta lo que comes le hace daño (se entiende no?), estas personas, se la pasan vigilando las acciones de las demás, para ver en qué momento comienzan atacar. Los envidiosos no pueden soportar ver a alguien surgir, salir adelante ni ser feliz, porque ahí están como pulgas esperando a treparse de sus actos y molestarlos. No se ocupan de sus vidas personales siempre están al acecho para quejarse, chantajear y hacer leña del que sale adelante. No descansan hasta verte destruido. Miguel de Unamuno. Decía que la envidia, es mil veces mas terrible que el hambre, porque es hambre espiritual. la envidia es el lenguaje del mediocre que no soporta el dolor que le causa al verse en el espejo. El envidioso, es un pobre iluso que no se puede soportar el triunfo ajeno, le enferma, cree que el mundo debería girar en torno a él.
 
REGANDO MI JARDÍN
 
Había una joven muy rica, que tenía todo: un hogar, un marido maravilloso, hermosos hijos, un empleo que le daba muchísimo bienestar económico, una familia unida. Lo extraño es que ella no conseguía conciliar todo eso, el trabajo y sus quehaceres le ocupaban todo el tiempo y su vida siempre estaba deficitaria en algo.
Si el trabajo le consumía tiempo, ella lo quitaba de los hijos;, si surgían problemas ella dejaba de lado al marido... Y así, las personas que ella amaba eran siempre dejadas para después.
Hasta que un día, su padre, un hombre sabio, le dio un regalo: una flor rarísima, de la cual sólo había un ejemplar en todo el mundo. Y le dijo: Hija, está flor te va a ayudar mucho, ¡más de lo que ahora te imaginas!
Tan solo tendrás que regarla y podarla de vez en cuando y, a veces, conversar un poco con ella; y ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y esas maravillosas flores. La joven quedó muy emocionada, a fin de cuentas, la flor era de una belleza sin igual.
Pero el tiempo fue pasando, los problemas surgieron, el trabajo consumía todo su tiempo, y su vida, que continuaba confusa, no le permitía cuidar de la flor. Ella llegaba a casa, miraba la flor y las flores todavía estaban allí, no mostraban señas de flaqueza o muerte, simplemente "estaban allí", lindas perfumadas. Entonces ella pasaba de largo.
Hasta que un día, sin más ni menos, la flor murió. Ella llegó a casa ¡y se llevó un susto! La flor estaba completamente muerta, su raíz estaba reseca, sus flores caídas y sus hojas amarillas. La joven lloró mucho, y contó a su padre lo que había ocurrido.
Su padre entonces respondió: Yo ya me imaginaba que eso ocurriría, y no te puedo dar otra flor, porque no existe otra flor igual que esa, ella era única, al igual que tus hijos, tu marido, tu familia, tus amigos. Todos son bendiciones que el Señor te dio, pero tú tienes que aprender a regarlos, podarlos y darles atención, pues igual que la flor, los sentimientos también mueren. Te acostumbraste a ver la flor siempre allí, siempre florida, siempre perfumada y te olvidaste de cuidarla.
 
 
 
 
 
 
 
LA PARADOJA DE NUESTRO TIEMPO
La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos pero temperamentos más cortos, autopistas más anchas pero puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes pero familias más pequeñas, más compromisos pero menos tiempo. Tenemos más títulos pero menos sentido común, más conocimiento pero menos criterio, más expertos pero más problemas, más medicinas y menos salud.
Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero hemos reducido nuestros valores. Hablamos mucho, amamos poco, odiamos demasiado. Aprendimos a armar una vida pero no a vivirla plenamente. 
Hemos llegado a la luna y regresado pero tenemos problemas a la hora de cruzar la calle y conocer a nuestro vecino... Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior; limpiamos el aire pero polucionamos nuestras almas. Tenemos mayores ingresos, pero menos moral. Hemos aumentado la cantidad pero no la calidad. Estos son tiempos de personas más altas con caracteres más débiles, con más libertad pero menos alegría, con más comida pero menos nutrición. Son días en los que llegan dos sueldos a casa pero aumentan los divorcios; son tiempos de casas más lindas pero hogares rotos, un tiempo con demasiado en la vidriera y poco de puertas adentro. Y es un tiempo en que la tecnología puede hacerte llegar este mensaje y al mismo tiempo tú puedes decidir marcar la diferencia o apretar eliminar. "No guardes nada para una ocasión especial". Cada día que vives es una ocasión especial, por eso... Lee más y limpia menos. Siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte únicamente en las malas hierbas. Pasa más tiempo con tu familia y amigos y menos tiempo trabajando. La vida es una sucesión de experiencias para disfrutar no para sobrevivir... Usa tus copas de cristal, ponte tu nueva ropa para ir al supermercado. No guardes tu mejor perfume para esa fiesta especial, úsalo cada vez que te den ganas de hacerlo. Las frases "algún día", "uno de estos días"... quítalas de tu vocabulario. Si vale la pena hacerlo, oírlo, verlo, quiero poder disfrutarlo ahora. Si supiéramos el tiempo de vida que nos queda, seguramente desearíamos estar con nuestros seres queridos, iríamos a comer nuestra comida preferida, visitaríamos los sitios que amamos... Son pequeñas cosas las que nos harían enojar si supiéramos que nuestras horas están limitadas... Enojados porque dejamos de ver a nuestros mejores amigos, enojados porque no escribimos aquellas cartas que pensábamos escribir "uno de estos días", enojados y tristes porque no dijimos a nuestros padres, hermanos, sobrinos, amigos, cuánto los queremos.
Por eso... no intentes retardar o detener o guardar nada que agregaría risa y alegría a tu vida, cada día, hora, minuto, semana, es especial.
 
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